Educación
Una educación para la responsabilidad y para la ciudadanía planetaria

La toma de conciencia de la crisis profunda en nuestro mundo mundializado y de los retos principales que debemos enfrentar –cuestiones de interdependencias humanidad-biosfera, de gobernanza, economía, comunidad global– exige un cambio sistémico, un “cambio de paradigma”.

Según Edgar Morin, todas las crisis de la humanidad planetaria son al mismo tiempo “crisis cognoscitivas” que cuestionan nuestro sistema de conocimientos (2011, La Voie. Pour l’avenir de l’humanité). Esto nos conduce a la misión crucial de la educación: explorar este nuevo “paradigma” conceptual que consiste en ofrecer herramientas para entender y asumir nuestra propia responsabilidad en nuestra comunidad de destino. Educar a la autonomía y al pensamiento crítico, para formar ciudadanos confiando en el valor de la acción ciudadana, con ganas de actuar y capaces de asumir sus responsabilidades, por lo tanto actuar a todos los niveles, del local al mundial.

Ahora bien la educación actual no prepara de ninguna manera a estas responsabilidades, ya que multiplica las compartimentaciones cuando sería necesario aprender a sobrepasarlas: entre los ámbitos del conocimiento, entre el conocimiento y la acción, entre lo local y lo mundial, entre la objetividad reivindicada de las ciencias y el compromiso ético, entre la humanidad y los ecosistemas.

Es esta revolución de la educación a la que podemos y debemos contribuir. La experiencia prueba que una educación arraigada en un territorio concreto, volviéndose en puerta de acceso a la comprensión del mundo, invitando a vincular reflexión y compromiso, permite salir de estas múltiples compartimentaciones. Esta revolución es la condición para construir una conciencia de ciudadanía mundial, desarrollar el sentido de las responsabilidades, reconsiderar la inserción de la humanidad en el conjunto de la biosfera, ser capaces, a través de iniciativas muy concretas, de hacer prevalecer el espíritu de cooperación sobre el de competencia y, a través de ello, encontrar el camino de la œconomía.

Tarea enorme, la del profesor. ¿Misión imposible? Edgar Morin nos recuerda que la primera verdad pedagógica formulada por Platón fue: “para enseñar, se necesita el eros”.

¿Cuáles conceptos, enfoques y métodos, cuáles iniciativas y proyectos innovadores se necesitan para una educación para la responsabilidad y para la ciudadanía planetaria?

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